La industria de los plaguicidas está regulada en muchos países, controlándose el etiquetado, la aplicación a las plantas y al suelo, la formación en su uso y el transporte. Muchos plagui- cidas pueden ser aplicados solamente por personas autorizadas. Las precauciones a adoptar en este ámbito se consideran en otros capítulos de la Enciclopedia. Los vehículos para el transporte de los plaguicidas a granel sólo pueden ser manejados por conductores cualificados. Los productores de plaguicidas tienen la obligación de facilitar su manipulación y aplicación seguras a través de un etiquetado completo, el desarrollo de actividades de formación y la entrega de Hojas de Datos de Seguridad del material (véase el capítulo Utilización, almacenamiento y transporte de productos químicos).
Otro problema es el que plantea la eliminación de los recipientes vacíos. No se recomienda, y en algunos lugares es ilegal, reutilizar los recipientes de plaguicidas. Se han realizado muchos avances para mitigar este problema. Así, los recipientes de plástico son recogidos por los distribuidores y reprocesados en tubos de plástico. Se emplean recipientes a granel rellenables. Con la llegada de los polvos humectables y de las dispersiones en agua, el triple aclarado del recipiente en el tanque de la solución permite al aplicador descontaminar el recipiente antes de su vertido o reciclado. Se utilizan lancetas manuales con bocas pulverizadoras que agujerean el recipiente y garantizan una limpieza adecuada y la destrucción del recipiente, de forma que no pueda ser reutilizado.
La finalidad de los plaguicidas es causar la muerte; por consiguiente, es necesario adoptar precauciones para manipularlos de forma segura. Algunos de los problemas han sido superados por los avances en los productos. En la mayoría de los casos, el lavado con agua abundante es el mejor tratamiento de primeros auxilios en caso de exposición superficial de piel y ojos. En caso de ingestión es preferible disponer de un antídoto específico. Es importante que el centro sanitario más próximo tenga infor- mación sobre el producto y disponga del antídoto adecuado. Por ejemplo, los organofosforados y los carbamatos provocan la inhibición de la colinesterasa. Debería disponerse de atropina, el antídoto específico para el tratamiento de esta reacción, allí donde se utilicen estos plaguicidas.
En el artículo epónimo de este capítulo se trata con más amplitud el tema de los plaguicidas.
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