La innovación más significativa de la industria de fabricación de plaguicidas ha sido la introducción de los plaguicidas ecológicos. La familia de herbicidas de las imidazolinonas ha supuesto un beneficio para los cultivos de soja y otros cultivos al aire libre, que son ahora mucho más rentables; son además menos tóxicos para los seres humanos, animales terrestres y peces, tienen una menor persistencia en el suelo, y utilizan agua en lugar de disolventes inflamables, en comparación con la antigua generación de nitroa- romáticos. Simultáneamente a estas innovaciones se han desarro- llado semillas resistentes a las imidazolinonas que pueden ser protegidas frente al crecimiento de las malas hierbas. El cultivo más beneficiado en este aspecto ha sido el maíz. Por otra parte, el herbicida persistente de un año a otro es un problema insignifi- cante, ya que en muchas áreas se rotan la soja y el maíz.
Otra novedad reciente ha sido la producción de piretroides sintéticos, plaguicidas de amplio espectro. Se trata de productos eficaces pero menos tóxicos para los animales y los seres humanos que los antiguos organofosforados y carba- matos. Son activados por el sistema biológico del insecto y, por lo tanto, no suponen un peligro para los vertebrados. También son menos persistentes en el medio ambiente, ya que son biodegradables.
Se han producido igualmente avances en el uso de plaguicidas
y herbicidas de generaciones antiguas. Se han desarrollado formulaciones de herbicidas que utilizan una tecnología de dispersión en agua que elimina el uso de disolventes volátiles. Con ello no solamente se reduce la cantidad de productos químicos orgánicos volátiles que escapan a la atmósfera, sino que se hacen más seguras la manipulación, conservación, formu- lación y transporte. En el ámbito de los plaguicidas se ha desa- rrollado un método de manipulación en el que el producto se transfiere del recipiente cerrado al pulverizador llamado “Lock- N-Load”. Con ello se reducen las posibilidades de exposición a estos productos tóxicos. Los organofosforados se utilizan aún con éxito para erradicar problemas sanitarios como la malaria y la oncocercosis. Algunos de los organofosforados menos tóxicos son eficaces en el tratamiento de los mamíferos contra los insectos, tenias y ácaros, mediante aplicación directa sobre la piel utilizando formulaciones líquidas o en aerosol.
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