sábado, 11 de abril de 2020

Prevención de lesiones - Protección contra la intoxicación y las quemaduras químicas. Parte 2

La vía boca–estómago–intestinos suele estar relacionada con la intoxicación más que con el ataque de sustancias corrosivas. La ingestión de materiales tóxicos suele producirse de manera inconsciente a través de la contaminación química de alimentos o cosméticos. Las fuentes de esta contaminación son los alimentos almacenados en frigoríficos junto con sustancias químicas, los que se consumen en el laboratorio y las barras de labios que se guardan o aplican en este tipo de instalación. La prevención en estos casos consiste en evitar las prácticas que los provocan, por ejemplo, utilizando ciertos frigoríficos exclusiva- mente para la conservación de alimentos y reservando lugares para comer fuera del laboratorio.

En lo que respecta a intoxicaciones y quemaduras químicas, la vía nariz–bronquios–pulmones, se ve afectada exclusivamente por las sustancias en suspensión en el aire, ya sea en forma de gases, vapores, polvo o neblina. Estos materiales pueden mantenerse alejados del sistema respiratorio de los trabajadores dentro y fuera del laboratorio mediante la práctica simultánea de: a) limitar la realización de las operaciones que los producen a las campanas de humos; b) ajustar el suministro de aire del labora- torio, de forma que la atmósfera en éste se renueve de 10 a 12 veces por hora, y c) mantener una presión atmosférica negativa en el laboratorio respecto a los pasillos y las salas que lo rodean. Las tareas que producen humo o polvo y exigen la utilización de aparatos muy voluminosos o recipientes del tamaño de un bidón de 218 litros, que son demasiado grandes para su utilización en una campana de humos ordinaria, deben llevarse a cabo en salas especiales dotadas de este tipo de sistemas de extracción. En general, los respiradores o los aparatos de respiración autónomos no deben emplearse en tareas de laboratorio que no tengan un carácter de emergencia.

La intoxicación crónica por mercurio, debida a la inhalación de vapores de este material, ocurre ocasionalmente en los laboratorios. Se produce cuando el mercurio acumulado en un lugar oculto (debajo del revestimiento del suelo, en cajones o en un armario) ha emitido vapores durante un período de tiempo suficiente para afectar a la salud del personal. Un servicio de mantenimiento adecuado evitará este problema. Si se sospecha de la existencia de una fuente de mercurio oculta, debe comprobarse si este elemento está presente en la atmósfera del laboratorio mediante la utilización de un detector especial diseñado al efecto
o la remisión de una muestra de aire para su análisis.


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