lunes, 13 de abril de 2020

Prevención de lesiones - Prevención de incendios y explosiones y extinción de incendios. Parte 2

La mayoría de incendios relacionados con sustancias químicas o disolventes que se producen en el laboratorio y son de una magnitud moderada pueden apagarse con extintores de dióxido de carbono o de polvo. Los laboratorios deben equiparse con uno o varios extintores de cualquiera de los dos tipos, dependiendo de su tamaño. Ciertos incendios especiales exigen la aplicación de otros agentes extintores. Muchos incendios en los que se queman metales se apagan con arena o grafito. La ignición de hidruros metálicos requiere el empleo de grafito o caliza en polvo.
Cuando se prenden ropas en un laboratorio, las llamas deben apagarse con rapidez para reducir al mínimo las lesiones
producidas por las quemaduras térmicas. Una manta colgada en la pared con la que envolver a la víctima extingue este tipo de fuegos con eficacia. Puede utilizarse para sofocar las llamas por la persona cuyas ropas han prendido. También es posible emplear las duchas de seguridad para resolver este tipo de problemas. Existen límites respecto al volumen total de líquidos inflamables que pueden almacenarse en condiciones de seguridad en cada laboratorio. Estos límites, generalmente estipulados en las normativas locales contra incendios, son variables
y dependen de los materiales de construcción de la instalación y de su equipación con un sistema de extinción de incendios automático. Suelen oscilar entre los 55 y los 135 litros.
El gas natural suele suministrarse a través de varias válvulas localizadas en diversas partes de un laboratorio convencional. Estos accesos constituyen las fuentes más comunes de fuga, junto con los tubos de goma y los quemadores a los que están conectados. Estos escapes, cuando no se detectan poco después de su inicio, provocan explosiones graves. Los detectores de gas, diseñados para indicar el nivel de concentración de éste en el aire, pueden utilizarse para localizar el origen de la fuga con rapidez. Prevención de lesiones debidas a diversas fuentes. Los daños provocados por la caída de botellas de gas a alta presión de gran tamaño, una de las causas de accidente más habituales de las comprendidas en este grupo, pueden evitarse con facilidad atando o encadenando firmemente estos recipientes a una pared
o un banco de trabajo del laboratorio y tapando todas las botellas vacías no utilizadas.
La mayoría de las lesiones provocadas por los fragmentos cortantes de tubos de cristal se producen por la rotura de éstos al colocarles corchos o tapones de caucho. Para prevenirlas, debe recurrirse a la lubricación del tubo con glicerol y a la protección de las manos con guantes de trabajo de cuero.

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