domingo, 7 de febrero de 2016

Fungicidas (III)

Los fungicidas se han utilizado durante siglos. Los primeros utilizados fueron los compuestos de cobre y azufre, y la aplica- ción del caldo bordolés a los viñedos data de 1885. Actualmente se utiliza en muchos países un gran número de compuestos químicos con actividad fungicida.

Según su modo de acción, los fungicidas pueden clasificarse en dos grupos: fungicidas protectores, aplicados antes de la llegada de las esporas de los hongos, como los compuestos de azufre y cobre, y fungicidas erradicadores, que se aplican una vez que la planta ha sido infectada, como los compuestos de mercurio y derivados nitrogenados de fenoles. Los fungicidas pueden actuar sobre la superficie de plantas y semillas, o penetrar en la planta y ejercer su acción tóxica directamente sobre el hongo (fungicidas sistémicos). También pueden alterar los procesos fisiológicos y bioquímicos de la planta, produciendo así una inmunización química artificial. Ejemplos de este grupo son los antibióticos y las rodananilidas.
Los fungicidas aplicados a las semillas actúan fundamentalmente contra las esporas presentes en la superficie. Sin embargo, en algunos casos es preciso que se mantengan en la cubierta de la semilla el tiempo suficiente para actuar sobre el micelio durmiente contenido en el interior de la semilla. Si se aplica a la simiente antes de la siembra, el fungicida recibe el nombre de desinfectante de semillas o fungicida para el revestimiento de semillas, aunque este último término puede incluir tratamientos no diri- gidos contra los hongos de las semillas o de las plagas. Para proteger la madera, el papel, el cuero y otros materiales, los fungicidas se utilizan mediante impregnación o tinción. También se emplean fármacos especiales con acción fungicida en el control de las enfermedades por hongos en seres humanos
y animales.
Algunos modos específicos de aplicación son:

No hay comentarios:

Publicar un comentario