El cloroformo es uno de los hidrocarburos clorados volátiles más peligrosos. Es nocivo cuando penetra en el orga- nismo por inhalación, por ingestión o por contacto con la piel y puede provocar narcosis, parálisis respiratoria, parada cardíaca o muerte tardía por lesiones hepáticas y renales. Algunas personas lo esnifan. El cloroformo líquido desengrasa la piel y produce quemaduras químicas. En la rata y el ratón tiene efectos terató- genos y cancerígenos. Cuando el cloroformo reacciona con oxidantes fuertes, se forma fosgeno.
El cloroformo es un producto químico ampliamente utilizado en productos comerciales y se forma espontáneamente por clora- ción de compuestos orgánicos, como en el agua potable clorada. El cloroformo atmosférico se deriva al menos en parte de la degradación fotoquímica del tricloroetileno. En presencia de luz solar, se descompone lentamente en fosgeno, cloro y cloruro de hidrógeno.
Basándose en las evidencias experimentales disponibles, la IARC ha clasificado el cloroformo en el Grupo 2B como posible carcinógeno humano. La DL50 por vía oral para perros y ratas es aproximadamente de 1 g/kg. Las ratas de dos semanas se mostraron dos veces más susceptibles que las ratas adultas. El ratón es más susceptible que la rata, siendo la causa de la muerte las lesiones hepáticas que se producen. En ratas, cobayas
y perros expuestos durante 6 meses (7 horas al día, 5 días a la semana) a concentraciones de 25 ppm en el aire, se produjeron alteraciones histopatológicas en el hígado y los riñones. Se observó infiltración grasa, degeneración granular centrilobular con áreas de necrosis en el hígado y alteración de las actividades enzimáticas en el suero, así como inflamación del epitelio de los túbulos, proteinuria, glucosuria y disminución de la excreción de sulfofenolftaleina. En una serie de estudios se vio que el cloro- formo no tiene apenas capacidad para provocar anomalías cromosómicas, por lo que se cree que su carcinogenicidad se debe a mecanismos no genotóxicos. El cloroformo también
provoca ciertas anomalías fetales en los animales de experimenta- ción y todavía no se ha establecido una concentración sin efectos. Las personas expuestas a vapores de cloroformo manifiestan síntomas diferentes dependiendo de la concentración y la dura- ción de la exposición: cefalea, sopor, sensación de embriaguez, laxitud, mareo, náuseas, excitación, inconsciencia, depresión respiratoria, coma y muerte en estado de narcosis. La muerte suele producirse por parálisis respiratoria o parada cardíaca. El cloroformo sensibiliza al miocardio frente a las catecolaminas. Una concentración de 10.000-15.000 ppm de cloroformo en el aire inhalado produce anestesia y una concentración de
15.000-18.000 ppm puede ser letal. Las concentraciones hemá- ticas que producen narcosis varían entre 30 y 50 mg/100 ml. Los niveles de 50-70 mg/100 ml de sangre son letales. Es posible que, en los casos de exposición intensa a esta sustancia, y tras una recuperación transitoria, se produzca la muerte por fracaso de las funciones hepática y renal. Se han descrito efectos del cloroformo en el miocardio. La inhalación de concentraciones muy altas puede provocar parada cardíaca súbita (muerte por shock).
Los trabajadores expuestos a concentraciones bajas en el aire durante largos períodos de tiempo y las personas que han desa- rrollado una dependencia del cloroformo pueden sufrir síntomas neurológicos y gastrointestinales semejantes a los que se dan en el alcoholismo crónico. También se han observado alteraciones hepáticas, con hepatomegalia, hepatitis tóxica y degeneración grasa del hígado.
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