Los plaguicidas organoclorados (POC) han provocado intoxicaciones por absorción, por ingestión o por inhalación. Algunos ejemplos son el endrín, el aldrín y el dialdrín. La tasa de absorción y la toxicidad varían en función de la estructura química y de los disolventes, tensioactivos y emulsionantes utilizados en la formulación.
La eliminación de los POC del organismo se produce lentamente a través de los riñones. El metabolismo celular implica varios mecanismos, como los de oxidación, hidrólisis y otros. Los POC tienen una fuerte tendencia a penetrar en las membranas celulares y a acumularse en la grasa corporal. Debido a su atrac- ción por los tejidos adiposos (propiedades lipotróficas), tienden a acumularse en el sistema nervioso central (SNC), hígado, riñones y miocardio. En estos órganos pueden dañar la función de importantes sistemas enzimáticos y alterar la actividad bioquímica de las células.
Los POC son muy lipófilos y tienden a acumularse en el tejido adiposo mientras persiste la exposición. Cuando ésta cesa, se liberan lentamente al torrente circulatorio, a menudo durante un período de muchos años, de donde pueden ser transportados a otros órganos en los que se pueden iniciar efectos genotóxicos, incluido el cáncer. La mayor parte de los habitantes de Estados Unidos tienen niveles detectables de plaguicidas organoclorados, entre ellos productos de degradación del DDT, en su tejido adiposo (grasa), y las concentraciones aumentan con la edad, como reflejo de acumulaciones durante toda la vida.
Se han utilizado varios POC en todo el mundo, ya que se ha probado o sospechado que los insecticidas y los herbicidas son carcinógenos para los humanos. Esta cuestión se aborda con más detalle en los capítulos Toxicología (33) y Cáncer (2) de esta Enciclopedia.
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