Por sus propiedades químicas y acciones metabólicas, el antimonio es muy similar al arsénico y, puesto que ambos elementos se encuentran asociados en ocasiones, la acción del antimonio puede atribuirse al arsénico, especialmente en los obreros de las fundiciones. Sin embargo, los experimentos con antimonio metá- lico de alto grado de pureza demuestran que este metal tiene una toxicología totalmente independiente. Varios autores están de acuerdo en que la dosis letal media se sitúa entre 10 y 11,2 mg/100 g.
El antimonio puede penetrar en el organismo a través de la piel, aunque la vía principal es la respiratoria. Desde los pulmones, la sangre absorbe el antimonio, y en especial el anti- monio libre, y lo distribuye a los tejidos. Los estudios sobre trabajadores y los experimentos con antimonio radiactivo mues- tran que la mayor parte del antimonio absorbido se metaboliza en las primeras 48 horas y se elimina con las heces y, en menor proporción, con la orina. La cantidad restante en el organismo permanece en la sangre durante bastante tiempo, observándose una concentración de antimonio varias veces superior en los eritrocitos que en el suero. En los trabajadores expuestos a
antimonio pentavalente, la excreción urinaria está relacionada con la intensidad de la exposición. Se calcula que, después de 8 horas de exposición a 500 µg Sb/m3, el aumento de la concentración de antimonio excretado en la orina al final de un turno es de 35 µg/g de creatinina como media.
El antimonio inhibe la acción de determinadas enzimas, se une a los grupos sulfhidrilo del suero y altera el metabolismo de las proteínas y carbohidratos y la producción de glucógeno en el hígado. Experimentos prolongados con aerosoles de antimonio en animales han demostrado el desarrollo de una neumonía endógena de tipo lipoide. También se han descrito casos de alteraciones cardíacas y muerte súbita en trabajadores expuestos al antimonio. Asimismo, en estudios con animales se ha observado fibrosis pulmonar focal y efectos cardiovasculares.
El uso terapéutico de medicamentos que contienen antimonio ha permitido detectar, en especial, la toxicidad acumulativa sobre el miocardio de los derivados trivalentes del antimonio, que se excretan más lentamente que los derivados pentavalentes. En el electrocardiograma, se han observado reducciones en la amplitud de la onda T, prolongación del intervalo QT y arritmias.
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