Los derrames se limpiarán con prontitud, para lo que habrá que utilizar herramientas que no produzcan chispas y un diluyente inerte húmedo, como vermiculita o arena. El material barrido puede introducirse en contenedores abiertos o sacos de polietileno y la zona se lavará con agua y detergente. Los peróxidos derramados, contaminados, desechados o en dudoso estado deben destruirse. La mayoría de los peróxidos pueden hidroli- zarse añadiendo lentamente una cantidad aproximada de 10 veces su peso de una solución de hidróxido sódico frío al 10 % mientras se mezcla con una varilla o agitador. La operación puede requerir varias horas. Los envases rígidos de edad o aspecto incierto no deben nunca abrirse, sino quemarse con precaución desde una distancia segura.
Las personas que manipulen peróxidos deben utilizar gafas ajustadas de seguridad, gafas protectoras o pantallas faciales para protegerse los ojos. Asimismo, existirán fuentes para el lavado de urgencia de los ojos. Para evitar el contacto con la piel, se usarán guantes, mandiles y otras prendas protectoras. No deben utili- zarse prendas de vestir y equipos que generen electricidad estática. Estará prohibido fumar. Los peróxidos no deben almacenarse en los mismos refrigeradores que contengan alimentos o bebidas. Las reacciones de laboratorio se realizarán siempre detrás de una pantalla de seguridad.
Las zonas donde se almacenen y manipulen estos productos deben estar protegidas contra incendios mediante un sistema de rociado o aspersores (puede utilizarse un sistema de rociado con nitrógeno líquido para la protección de los peróxidos que sólo son estables por debajo del punto de congelación del agua). En caso de incendio, se aplicará agua desde una distancia segura mediante un sistema de aspersores o con manguera,
preferiblemente provista de una boquilla aspersora. Sin embargo, si el peróxido está diluido en un disolvente inflamable de baja densidad, será necesario utilizar espuma. No deben utilizarse extintores portátiles, salvo en el caso de incendios muy pequeños. Los peróxidos amenazados por un incendio deben humedecerse desde una distancia segura para enfriarlos.
En caso de producirse el contacto de la piel con peróxidos, la zona afectada debe lavarse rápidamente para evitar su irritación. En caso de contacto con los ojos, éstos deben lavarse inmediatamente con agua abundante, poniendo a la víctima bajo vigilancia médica. Si no se actúa rápidamente, la exposición a irritantes corrosivos como el peróxido de metiletilcetona puede causar ceguera. En caso de ingestión accidental, debe solicitarse también asistencia médica. Si se produjera sensibilización, habría que evitar ulteriores contactos con peróxidos.
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