El riesgo principal del antimonio es la intoxicación por ingestión, inhalación o absorción cutánea. La vía de entrada más importante es la respiratoria, pues es frecuente la existencia de finas partículas de antimonio en suspensión aérea. La ingestión puede producirse por deglución del polvo o por la contaminación de bebidas, alimentos o tabaco. La absorción cutánea es menos frecuente, pero puede ocurrir si el antimonio entra en contacto prolongado con la piel.
El polvo de las minas de antimonio puede contener sílice libre y se han descrito casos de neumoconiosis (denominada sílico-anti- moniosis) entre los mineros de este metal. Durante su proceso, el mineral de antimonio, que es un material extremadamente quebradizo, se convierte en polvo fino con más rapidez que las demás rocas, lo que produce concentraciones atmosféricas elevadas de polvo fino durante las operaciones de reducción y cribado. El polvo producido durante la trituración es relativa- mente grueso y el resto de las operaciones: clasificación, flota- ción, filtración, etc. son procesos en húmedo y, por tanto, no producen polvo. Los horneros que trabajan en el refinado del antimonio metálico y en la producción de aleaciones de anti- monio y los trabajadores que colocan los tipos en las imprentas están expuestos al polvo y al humo del antimonio y presentan opacidades miliares difusas en los pulmones, sin signos clínicos ni funcionales de deterioro en ausencia de polvo de sílice.
La inhalación de aerosoles de antimonio puede producir reac- ciones localizadas en las mucosas, el tracto respiratorio y los pulmones. Los estudios realizados en mineros, concentradores y fundidores expuestos a polvos y humos de antimonio ponen de manifiesto la existencia de dermatitis, rinitis, inflamación de las vías respiratorias altas y bajas, neumonitis e, incluso, gastritis, conjuntivitis y perforaciones septales.
Se ha descrito neumoconiosis, en ocasiones combinada con cambios pulmonares obstructivos, tras la exposición prolongada en el hombre. A pesar de que la neumoconiosis por antimonio se considera benigna, los efectos respiratorios crónicos asociados con una exposición intensa al antimonio no se consideran inocuos. Además, se han relacionado efectos sobre el corazón, que pueden llegar a ser mortales, debido a la exposición profesional al trióxido de antimonio.
En personas que trabajan con antimonio y sales de antimonio se han llegado a observar infecciones cutáneas pustulares. Estas erupciones son transitorias y afectan principalmente a s áreas de
piel que han estado expuestas al calor o a la sudoración.
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