En condiciones normales de uso, el tricloroetileno no es inflamable ni explosivo, pero puede descomponerse a altas temperaturas dando ácido clorhídrico, fosgeno (en presencia de oxígeno atmosférico) y otros compuestos. Estas condiciones (temperaturas superiores a 300 ºC) pueden darse en los metales calentados, en la soldadura al arco y en las llamas desnudas. En presencia de álcalis fuertes (p. ej., hidróxido sódico), puede formarse dicloroacetileno, un compuesto tóxico, explosivo e inflamable.
El tricloroetileno tiene principalmente un efecto narcótico. La exposición a altas concentraciones de vapores (superiores a 1.500 mg/m3) produce un cuadro de excitación o euforia que irá seguido de mareo, confusión, sopor, náuseas, vómitos y, posible- mente, pérdida de consciencia. Cuando se produce la ingestión accidental de tricloroetileno, estos síntomas van precedidos por una sensación de quemazón en la garganta y el esófago. En caso de intoxicación por inhalación, la mayoría de las manifestaciones desaparecen cuando se respira aire no contaminado y se elimina el disolvente y sus metabolitos. No obstante, se han producido algunas muertes como consecuencia de accidentes de trabajo. El contacto prolongado de pacientes inconscientes con tricloroeti- leno líquido puede provocar vesiculación de la superficie cutánea. Otras posibles complicaciones de la intoxicación por tricloroeti- leno son neumonitis química y lesiones hepáticas y renales. Las salpicaduras de tricloroetileno en los ojos producen irritación (ardor, lagrimeo y otros síntomas).
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