Los vapores de tricloruro de fósforo son muy irritantes para las mucosas, los ojos y la piel. Al igual que el pentasulfuro de fósforo, su efecto se debe principalmente a la hidrólisis del ácido clorhí- drico y el ácido fosfórico en contacto con las mucosas. La inhalación de vapores produce irritación de la garganta, broncoespasmo y/o edema pulmonar hasta 24 horas después de la exposición, dependiendo de la dosis. El síndrome de enfermedad reactiva de las vías aéreas, con síntomas prolongados de respiración sibilante y tos, puede estar causado por la exposición aguda o repetida a estos vapores. El tricloruro de fósforo produce quemaduras por contacto con los ojos, la piel y las mucosas. La ingestión, accidental o suicida, produce quemaduras en el tracto gastrointestinal. Setenta personas que se vieron expuestas a triclo- ruro fosfórico y a los productos de su hidrólisis después de un accidente con un buque cisterna fueron sometidas a evaluación médica. Las que se encontraban más cerca del lugar del vertido sufrieron disnea, tos, náuseas, vómitos, irritación de los ojos y lagrimeo. En seis de ellas se observó una elevación transitoria de la lactato deshidrogenasa. Aunque las radiografías torácicas fueron normales, las pruebas de la función pulmonar indicaron una reducción significativa de la capacidad vital forzada y el VEF1. En los 17 pacientes que fueron examinados de nuevo un mes más tarde, se observó una mejora de estos parámetros. La LC50 fue de 104 ppm a las 4 horas en ratas. El principal hallazgo en las autopsias consistió en nefrosis, con lesiones pulmonares negligibles.
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