lunes, 18 de marzo de 2013

Riesgos para la salud (I)

Los dos primeros elementos de la serie, el metano y el etano, son farmacológicamente “inertes” y pertenecen a un grupo de gases llamado “asfixiantes simples”. Estos gases pueden ser tolerados en altas concentraciones en el aire inspirado sin producir efectos sistémicos. Cuando la concentración es lo bastante alta como para diluir o desplazar el oxígeno normalmente presente en el aire, sus efectos se producen por ausencia de oxígeno y asfixia. El metano es inodoro y, por tanto, difícil de detectar. Su baja densidad hace que tienda a acumularse en zonas mal ventiladas, donde produce una atmósfera asfixiante. El etano, a concentraciones inferiores a 50.000 ppm (5 %) en la atmósfera, no produce efectos sistémicos por inhalación.
Desde el punto de vista farmacológico, los hidrocarburos supe- riores al etano pueden considerarse dentro del grupo de los anes- tésicos generales, en esa larga lista de sustancias conocidas como depresores del sistema nervioso central. Los vapores de estos hidrocarburos producen una ligera irritación de las mucosas. La intensidad de la irritación aumenta de pentano a octano. En general, la toxicidad de los alcanos aumenta al hacerlo el número de carbonos de la molécula. Asimismo, los alcanos de cadena lineal son más tóxicos que los isómeros ramificados.
Los hidrocarburos parafínicos líquidos son disolventes de grasas e irritantes primarios de la piel. El contacto repetido o prolongado con la piel, la seca y desengrasa, con resultado de irri- tación y dermatitis. El contacto directo de los hidrocarburos líquidos con el tejido pulmonar (por aspiración) produce neumo- nitis química, edema pulmonar y hemorragia. La intoxicación crónica por n-hexano o mezclas que contengan n-hexano puede causar polineuropatía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario