1. Se han publicado informes en los que se afirma que los pintores pueden estar expuestos a un mayor riesgo de cáncer de pulmón, vejiga, estómago, riñón, esófago e intestino grueso y de leucemia si utilizan pinturas que contienen benceno; de demencia presenil como resultado de la exposición a disolventes, de bronquitis crónica y enfermedades de obstrucción de las vías respiratorias; de neumoconiosis por inhalación de polvo de compuestos químicos; de deficiencia renal; y de daños en el cristalino como resultado de la exposición a disolventes durante períodos prolongados.
2. Existe un riesgo especial asociado al decapado mecánico o químico y a la combustión de pinturas antiguas. La utilización de pigmentos que contienen plomo, arsénico o mercurio en las pinturas modernas ha quedado muy restringido y en numerosos países está prohibida por la legislación (excepto en algunas aplicaciones especializadas); no obstante, las pinturas antiguas pueden contener una cantidad considerable de tales sustancias que, al decapar o quemar, son liberadas en la atmósfera en forma de polvo o de humos capaces de producir intoxicaciones.
3. Se ha observado que la exposición a éteres de etilenglicol y acetatos presentes en las pinturas puede tener un efecto perjudicial para el aparato reproductivo.
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