Peligro de incendio. El fósforo puede arder espontáneamente en contacto con el aire, produciendo incendios y explosiones. El contacto con la piel genera chispas y pequeños fragmentos de fósforo blanco que arden después de secarse, produce quema- duras graves.
Debido a su inflamabilidad en contacto con el aire, el fósforo blanco debe mantenerse siempre cubierto de agua. Además, las partículas sueltas deben mojarse con agua, para evitar que se sequen y empiecen a arder. Los incendios producidos por el fósforo pueden controlarse con agua (nebulizada o rociada), cubriéndolos con arena o tierra, o con extintores de dióxido de carbono. Este producto debe almacenarse en una zona fresca, ventilada, aislada y alejada de oxidantes fuertes, peligros agudos de incendio y de los rayos solares directos.
En caso de contacto de la piel con fragmentos de fósforo ardiendo, éstos deben mojarse con una disolución de sulfato de cobre al 1-5 % acuoso para apagar la llama y formar un compuesto no inflamable. Una vez aplicado este tratamiento, los fragmentos de fósforo pueden eliminarse con cantidades mayores de agua. La aplicación de una disolución jabonosa blanda con una concentración similar de sulfato de cobre puede resultar más eficaz que una simple disolución acuosa.
Esta información no corresponde a fenoles.
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