lunes, 24 de mayo de 2010

Óxidos


En total existen cinco óxidos de cloro. Son el monóxido de dicloro, el monóxido de cloro, el dióxido de cloro, el hexóxido de cloro y el heptóxido de cloro. Todos ellos producen más o menos idénticos efectos en el organismo humano y requieren las mismas medidas de seguridad que el cloro. El más utilizado en la industria es el dióxido de cloro, que es un irritante ocular y respiratorio similar al cloro, pero más potente. Las exposiciones agudas por inhalación provocan bronquitis y edema pulmonar, y en los trabajadores expuestos los síntomas observados consisten en tos, respiración sibilante, dificultad respiratoria, secreción nasal e irritación de los ojos y la garganta.
El tricloruro de nitrógeno es un potente irritante para la piel y las mucosas de los ojos y el tracto respiratorio. Sus vapores son tan corrosivos como el cloro. Es altamente tóxico cuando se ingiere.
La concentración letal media (CL50) de tricloruro de nitrógeno en ratas es de 12 ppm, según se ha determinado en un estudio de exposición de ratas a concentraciones de entre 0 y 157 ppm durante 1 hora. Los perros alimentados con harina blanqueada con tricloruro de nitrógeno desarrollan rápidamente ataxia
y convulsiones epileptiformes. El examen histológico de animales experimentales ha demostrado necrosis de la corteza cerebral y alteraciones de las células de Purkinje en el cerebelo. Los núcleos de los hematíes también pueden verse afectados.
El tricloruro de nitrógeno puede explotar como consecuencia de impactos, exposición al calor, ondas supersónicas e incluso espontáneamente. La presencia de ciertas impurezas puede aumentar el riesgo de explosión. También explota en contacto con cantidades traza de algunos compuestos orgánicos, en espe- cial, la trementina. Su descomposición crea productos clorados altamente tóxicos.
Fosgeno. El fosgeno de uso comercial (COCl2) se obtiene por reacción de cloro y monóxido de carbono. También se forma fosgeno como subproducto no deseado cuando ciertos hidrocar- buros clorados (especialmente el diclorometano, el tetracloruro de carbono, el cloroformo, el tricloroetileno, el percloroetileno y el hexacloroetano) entran en contacto con una llama desnuda o un metal caliente, como en procesos de soldadura. La descompo- sición de los hidrocarburos clorados en cuartos cerrados puede provocar la acumulación de concentraciones peligrosas de fosgeno, como, por ejemplo, cuando se utiliza tetracloruro de carbono como producto para la extinción de incendios o tetra- cloroetileno como lubricante en la maquinaria para fabricación de acero de alta calidad.
El fosgeno anhidro no es corrosivo para los metales, pero en presencia de agua reacciona formando ácido clorhídrico, que sí es corrosivo.
El fosgeno es uno de los gases más tóxicos utilizados en la industria. La inhalación de 50 ppm durante un corto período de tiempo es mortal para los animales de experimentación. En el caso del hombre, la inhalación prolongada de 2-5 ppm es peli- grosa. Otra propiedad peligrosa del fosgeno es la ausencia de todo tipo de signos de advertencia durante su inhalación, ya que

ésta produce, a lo sumo, una ligera irritación de las mucosas del tracto respiratorio y de los ojos en concentraciones de 4 a 10 ppm. La exposición a 1 ppm durante períodos largos de tiempo puede provocar edema pulmonar tardío. Los casos leves de intoxicación van seguidos de bronquitis pasajera. En los casos graves, puede producirse edema pulmonar diferido, que aparece tras un período de latencia de varias horas, normalmente entre
5 y 8, y muy rara vez más de 12. En la mayoría de los casos, el paciente permanece consciente hasta el final. La muerte se produce por asfixia o parada cardíaca. Si el paciente logra sobrevivir los 2 ó 3 primeros días, el pronóstico es generalmente favorable. El fosgeno en altas concentraciones provoca inmedia- tamente lesiones pulmonares y causa en poco tiempo la muerte por asfixia y detención de la circulación a través de los pulmones.

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