sábado, 3 de octubre de 2009

Riesgos El clorobenceno (I)

El clorobenceno y sus derivados provocan irritación aguda de los ojos, la nariz y la piel. La exposición a concentraciones altas produce dolores de cabeza y crisis respiratorias. Dentro de este grupo, el hexaclorobenceno merece una mención especial. Entre 1955 y 1958 se produjo una grave epidemia en Turquía como consecuencia de la ingestión de trigo que había sido contaminado con el fungicida hexaclorobenceno. Miles de personas desarro- llaron porfiria, que comenzó con lesiones bullosas que progre- saron hasta convertirse en úlceras, con escaras pigmentadas. En niños, las lesiones iniciales recordaban a los comedones y miltos. El diez por ciento de los afectados fallecieron. En los lactantes que ingirieron leche materna contaminada con hexacloroben- ceno, la tasa de mortalidad fue del 95 %. Se detectaron descargas masivas de porfirinas en la orina y las heces de los pacientes. Incluso 20 ó 25 años después, entre el 70 y el 85 % de supervi- vientes seguían presentando hiperpigmentación y cicatrices resi- duales en la piel, así como artritis y trastornos musculares. La IARC ha clasificado el hexaclorobenceno como carcinógeno del Grupo 2B (posible carcinógeno humano).
La toxicidad de los cloronaftalenos aumenta con el grado de cloración. Los principales problemas provocados por la exposi- ción a esta sustancia son el cloracné y la hepatitis tóxica. Los naftalenos más clorados pueden provocar lesiones hepáticas graves, caracterizadas por atrofia aguda amarilla o necrosis suba- guda. Los cloronaftalenos también tienen un efecto fotosensibili- zante sobre la piel.
Los PCBs pueden penetrar en el organismo humano por vía percutánea, respiratoria o digestiva durante la fabricación y/o manipulación de estos compuestos. Son sustancias muy lipofílicas que se difunden rápidamente en el tejido adiposo. Se metabo- lizan en el hígado, tanto más despacio cuanto mayor sea el conte- nido de cloro del isómero. De ahí que estos compuestos tarden mucho en eliminarse y puedan detectarse en el tejido adiposo años después de la exposición. Los isómeros bifenílicos con un elevado índice de cloración son metabolizados muy lentamente en el organismo, de manera que sus tasas de eliminación son muy bajas (se excretó menos del 20 % del 2,4,5,2’,4’,5’-hexaclorobife- nilo durante el tiempo que vivieron una serie de ratas a las que se administró una sola dosis intravenosa de este compuesto). Aunque la fabricación, distribución y utilización de PCBs se prohibió en Estados Unidos en 1977 y posteriormente en otros países, la exposición accidental (por fugas o contaminación ambiental) sigue siendo motivo de preocupación. No es raro que los transformadores que contienen PCBs se incendien o exploten, contaminando el medio ambiente con PCBs y productos tóxicos originados en su descomposición. En algunos trabajadores expuestos, el perfil de la cromatografía de gases correspondiente
a los residuos de PCBs es diferente al de la población general. La dieta, la exposición concomitante a otros xenobióticos y determinadas características bioquímicas individuales también pueden influir en los perfiles de la cromatografía de gases de los PCBs. La disminución de los niveles plasmáticos de PCBs tras cesar la exposición fue relativamente rápida en los trabajadores expuestos durante cortos períodos de tiempo y muy lenta en los expuestos durante más de 10 años y/o en los expuestos a mezclas de PCBs con un alto índice de cloración.

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