domingo, 23 de mayo de 2010

Cloro y sus compuestos inorgánicos

Los compuestos clorados están muy extendidos en la naturaleza, constituyendo alrededor del 2 % de la superficie terrestre, principalmente en forma de cloruro sódico en el agua del mar y en depósitos naturales como los de carnalita y silvina.
El cloro gaseoso es principalmente un irritante respiratorio. En concentración suficiente, irrita las mucosas, el tracto respiratorio
y los ojos. En casos extremos, la dificultad respiratoria puede aumentar hasta el punto de producirse la muerte por colapso respiratorio o insuficiencia pulmonar. La presencia de cloro en la atmósfera es, hasta cierto punto, detectable debido a su olor penetrante característico. Además, a altas concentraciones es un gas visible por su color amarillo verdoso. El contacto del cloro líquido con la piel o los ojos provoca quemaduras químicas y/o congelación.
Los efectos del cloro pueden agravarse en las 36 horas siguientes a la exposición. La estrecha vigilancia de los individuos expuestos debe forma parte del programa de actuación médica. Exposición crónica. La mayoría de los estudios indican que la exposición crónica a bajas concentraciones de cloro no produce efectos nocivos significativos para la salud. Un estudio finlandés realizado en 1983 demostró en los trabajadores expuestos un aumento de la tos crónica y una tendencia a la hipersecreción de las mucosas. Sin embargo, ni las pruebas ni las radiografías de tórax realizadas demostraron anomalías en la función pulmonar de estos trabajadores.
En un estudio realizado en 1993 por el Instituto de Toxico- logía Química Industrial (Chemical Industry Institute of Toxico- logy) sobre la inhalación crónica de cloro, ratas y ratones fueron expuestos a concentraciones de 0,4, 1,0 o 2,5 ppm del gas cloro hasta 6 horas al día, entre 3 y 5 días a la semana durante un período de hasta 2 años. No se hallaron evidencias de cáncer. La exposición a todas las concentraciones de cloro produjo lesiones nasales. Puesto que los roedores sólo respiran por la nariz, no está claro cómo deben extrapolarse estos resultados al ser humano.
El cloro puede estar presente en concentraciones considerable- mente superiores a los valores umbral actuales sin que se perciba inmediatamente. Las personas pierden en poco tiempo su capacidad para detectar el olor del cloro a pequeñas concentraciones.
Se ha observado que la exposición prolongada a una concentra- ción atmosférica de cloro de 5 ppm provoca afectación bronquial
y predisposición a la tuberculosis, y los estudios pulmonares han indicado que las concentraciones de 0,8-1,0 ppm producen una reducción permanente, aunque moderada, de la función pulmonar. También es frecuente el acné en personas expuestas durante largos períodos de tiempo a bajas concentraciones de cloro, que comúnmente se conoce como “cloracné”. También puede dañarse el esmalte dental.

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